- A su salida le fue permitido el regreso a los brazos de su mujer, una japonesa que fuera secuestrada por Corea
Jenkins, de 64 años, cumplió su breve condena en una prisión militar de la base naval estadounidense de Yokosuka, al sur de Tokio, dijeron fuentes citadas por la agencia Kyodo y añadieron que el recorte de la condena fue autorizado por la cúpula militar de EU en Japón debido a buena conducta del interno.
Tras salir, Jenkins fue llevado en helicóptero a Camp Zama, otra base de EU donde se reunió con su esposa, Hitomi Soga, de 45 años, una japonesa que llegó a Corea del Norte secuestrada y a quien el norteamericano conoció tras su deserción al país comunista, iniciada en 1965.
La historia de amor entre el desertor y la secuestrada ha centrado la atención del público en Japón por ser Soga una de las víctimas japonesas de secuestro por parte de Corea del Norte que fue devuelta a su país en octubre de 2002, junto con otras personas que habían sido tomadas como rehenes por Pyongyang hace tres décadas.
Pese al regreso de Soga, Jenkins se quedó en Corea del Norte con las dos hijas del matrimonio hasta que finalmente en julio de este año Pyongyang permitió que tuviera lugar una reunión familiar en Indonesia.
Desde Jakarta, el ex militar fue llevado a Tokio bajo el pretexto de un tratamiento médico y pocos meses después se entregó a las autoridades militares estadounidenses en Japón que le permitieron vivir en Camp Zama acompañado de su familia.
Tras la baja deshonrosa, cuyo procedimiento llevará a cabo una semana en Camp Zama, Jenkins residirá con su familia en la isla de Sado, de donde es nativa Soga, según Kyodo.
La salida de Jenkins de Corea del Norte fue consecuencia de las reuniones cumbre entre el primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, y el líder norcoreano, Kim Jong Il, con el fin de aclarar los secuestros de ciudadanos nipones por parte del país comunista.
Aunque Koizumi logró que el hermético régimen reconociera que secuestraba japoneses para adiestrar a sus espías en la cultura y el idioma japoneses, los dos gobiernos discrepan aún sobre el número de víctimas y el paradero de algunas de ellas.
EFE